25 de noviembre de 2011

Quien parte y reparte...

Tras las últimas elecciones generales se ha reavivado el debate sobre las propuestas de modificación del sistema electoral español: circunscripción única, listas abiertas para el Congreso...

Una pregunta básica trata sobre la idoneidad del sistema aplicado para asignar los diputados y senadores, el Método D'Hondt. Cuestionarlo nos recuerda que "la voluntad popular" es necesariamente interpretada, y que formas igualmente válidas de calcular el reparto generarían resultados diferentes.

Sin embargo, creo que esta discusión no irá más allá. Es difícil que los principales beneficiarios de la fórmula actual -los partidos mayoritarios en las comunidades autónomas: PP, PSOE y nacionalistas- acepten aplicar sistemas como, por ejemplo, el cociente Hare, donde el número de votos necesario para obtener un representante se obtiene de dividir el número de sufragios por el de escaños.

Las alternativas que perjudican a quienes habitualmente se reparten el poder y los presupuestos nunca serán verdaderas alternativas.

13 de noviembre de 2011

Lógica económica

... aquellos a los que se deja de lado en tanto que "problema", como la "suciedad" de la que es preciso "deshacerse", son los consumidores defectuosos: gente incapaz de responder a los alicientes del mercado de consumo porque carecen de los recursos necesarios, personas incapaces de ser "individuos libres" de acuerdo con el sentido de "libertad" definido en función de la libertad del consumidor.
Zygmunt Bauman, La posmodernidad y sus descontentos (1997)


Es como decir que esta gente no quedó incluida en el marco social, político o económico de Baltimore, así que ellos se han creado su propio motor económico utilizando lo que era ilegal, lo que estaba prohibido.
David Simon, master class en Eugene Lang College, The New School for Liberal Arts of New York (2005)

1 de noviembre de 2011

Elecciones

Tiempo de recortes, de prestar atención a lo que hace pocos años apenas se miraba. Tiempo para el agravio, para saberse más pobre que ayer y menos respaldado por las instituciones…

Reconozco que es poco probable, pero quizá algo bueno puede salir de esta situación:

• Quien más, quien menos, opina sobre cuáles deben ser los gastos prioritarios y confronta con otros sus valores e intereses personales. Hacemos política.

• Descubrimos que quienes deciden el destino del dinero y, de esta forma, parte de nuestro futuro, son como nosotros. Por eso empezamos a preguntar, conocer, cuestionar, proponer alternativas. Y nos damos cuenta de que la democracia no es el gobierno de todos, sino asegurar que nadie gobierne solo.

Ojalá estas nuevas actitudes permanezcan en el tiempo y den como resultado nuevas formas de gestionar los recursos. Una en la que la tasa de retorno económico deje de ser el argumento que justifica las decisiones. Una en la que existan evaluaciones transparentes y públicas de los servicios para evitar el clientelismo interesado. Una en la que separemos lo no urgente y no importante de lo importante.

Aunque seguramente nos olvidemos, nos cansemos y dejemos que otros nos sigan diciendo qué hacer.

La ética en los procesos de ayuda

Y qué es bueno, Fedro,
y qué no es bueno.
¿Necesitamos pedir a alguien que nos lo diga?
Robert M. Pirsig, Zen and the Art of Motorcycle Maintenance. An Inquiry into Values (1974)

La ética es una forma de hacer. Sin ella no tienen sentido ni el por qué (nuestras creencias de base) ni el qué (las técnicas con las que construimos nuestra personalidad como profesionales). Tiene que ver con una actitud que:

- Centra la mirada al mismo tiempo en el cliente, el profesional y la relación entre ambos.

- Asume la necesidad de establecer un vínculo positivo y de confianza con el cliente, sin el cual no tiene sentido el contrato firmado al inicio.

- Identifica los cambios deseados en lugar de intentar describir al detalle las necesidades y problemas.

- Prioriza la intervención “de dentro a fuera” -descubrir los recursos previos del cliente para potenciar su desarrollo- ante la “de fuera a dentro” -atender las demandas exclusivamente con los recursos del profesional-.

Me gusta el concepto de emergencia sistémica, que tiene mucho que ver con la ética. Defiende que la calidad de un sistema (el hacer bien las cosas) es una propiedad emergente no reducible a sus componentes, sino que surge de las interacciones y relaciones entre ellos. Habla de la calidad como algo no mensurable y que no debe definirse, “una experiencia directa independiente de toda abstracción intelectual previa” (Robert M. Pirsig). Un ejemplo, otro más, de la importancia de mirar las cosas desde puntos de vista diferentes.

Preguntas, cuentos y metáforas en la relación de ayuda

Trataría de enseñarles a descubrir quiénes son, y no simplemente cómo se llaman y todas esas cosas... Pero antes creo que les haría olvidar todo lo que les han dicho sus padres y todos los demás. Quiero decir, aunque los padres les hubieran dicho que un elefante es grande yo les sacaría eso de la cabeza. Un elefante es grande sólo cuando está al lado de otra cosa, un perro, o una mujer, por ejemplo -Teddy recapacitó un instante-. Ni siquiera les diría que un elefante tiene trompa. A lo sumo, les mostraría un elefante, si tuviera uno a mano, pero les dejaría ir hacia el elefante sabiendo tanto de él como el elefante de ellos. Lo mismo haría con la hierba y todas las demás cosas. Ni siquiera les diría que la hierba es verde. Los colores son sólo nombres. Porque, si usted les dice que la hierba es verde, van a empezar a esperar que la hierba tenga algún aspecto determinado, el que usted dice, en vez de algún otro que pueda ser igualmente bueno y quizá mejor.
J. D. Salinger, Teddy (1953)

El objetivo de cualquier relación de ayuda es facilitar cambios positivos en la situación de los clientes, en sus expectativas, creencias, relaciones, conductas. Les acompañamos, estamos con ellos. Y les ayudamos a narrarse a sí mismos de nuevas formas, creando explicaciones más útiles que les abran otras posibilidades de acción.

Dibujamos junto al otro un mapa del viaje a realizar -sabiendo que no es el territorio, claro-, descubriendo más caminos e, incluso, la ruta hacia destinos que parecían demasiado lejanos. Al mismo tiempo, les apoyamos a la hora de construir su propia brújula, una que sea lo más certera posible al señalar las direcciones de referencia.

Pero en esta relación de ayuda surgen tensiones entre apoyo y libertad: es fácil caer en la asistencia, generar obligaciones o imponer soluciones. Entre los riesgos, a mí me dan miedo las preguntas...

Las preguntas abren la posibilidad de descubrir e interpretar la realidad, pero al mismo tiempo limitan nuestra visión, centran la mirada en unos aspectos para olvidar otros. Cuanto más claro vemos el detalle, más borroso se vuelve el horizonte.

Esa es la razón de que solo me sienta cómodo con tres de ellas: ¿qué pasaría si?, ¿qué crees que piensan otros?, ¿qué se te ocurre? Necesito empujar a las personas con las que trabajo a crear y contar nuevas historias; convertirme, de alguna manera, en el primer público de su obra más reciente.

También por eso me interesa explorar el potencial de las metáforas y los cuentos como herramienta de ayuda. Sus ventajas son múltiples (Moix Queraltó, 2006):

- Encajan con nuestra forma natural de pensar y construir la realidad.

- Permiten abandonar las estrategias racionales y descubrir una nueva forma de contemplar los problemas, con imaginación y creatividad. Facilitan también, por tanto, contactar con y expresar las emociones.

- Sugieren, no imponen. Hacen referencia a la situación, pero no de forma explícita, e invitan al cliente a tomar un papel más activo. Dicho de otra manera: mientras narra, el profesional no interpreta y permite que aparezcan nuevos significados y posibilidades de actuación.

- Externalizan el problema, lo convierten en una imagen que se puede contemplar y manejar desde fuera.

29 de junio de 2011

Harold March fue a la universidad

Últimamente he visto trabajar a varios jóvenes recién salidos de la universidad. Hemos hablado acerca de sus expectativas, las ideas que les mueven, qué consideran importante y cómo valoran su propio desempeño.

Por supuesto, necesitan muchas más oportunidades para ensayar, acertar y equivocarse, aprender habilidades para la intervención social y descubrir su propio estilo de relación profesional. ¿Acaso no nos pasa a todos lo mismo, siempre?

Sin embargo, hay algunas conductas generalizadas (por suerte, no universales) que me preocupan: la falta de reconocimiento de sus propios límites, la tendencia a responsabilizar a los clientes de cualquier resultado negativo, la autocomplacencia y poco sentido crítico hacia sí mismos...

Quizá sea resultado de la época en la que vivimos. Pero, sobre todo, creo que muestra las carencias de la educación universitaria. Algo falla cuando alumnos con un diez en las prácticas resultan mucho menos hábiles, flexibles, interesados por el cliente y faltos de iniciativa que otros con una nota menor.

Y algo importante falta cuando no se les proporciona un acompañamiento auténtico ni una verdadera supervisión educativa. ¿Qué valoran los docentes universitarios? ¿Qué se atreven a mirar? Por los resultados, parecen fijarse solo en los trabajos que presentan sus alumnos y no en el análisis de su labor, de los conflictos y dificultades que surgen, de sus respuestas y estilos de afrontamiento.

Así, los alumnos se ven inmersos en un sistema que evalúa y no enseña, premiando a quienes se adaptan con más facilidad a un modelo muy diferente al que encontrarán en su vida profesional.

Por eso, me recuerdan a un personaje de G.K. Chesterton en El rostro en la diana (publicado en El hombre que sabía demasiado, 1922):
Harold March, por su parte, pertenecía a esa clase de hombres que saben todo lo que hay que saber sobre política pero nada acerca de los políticos, además de ser poseedor de unos notables conocimientos sobre arte, letras, filosofía y cultura general (acerca, en fin, de casi todo excepto del mundo en el que vivía).

13 de junio de 2011

Nietzsche, Nicholas Carr e Internet

Quizá Nicholas Carr, el autor de Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011) ha leído a Nietzsche. Al menos, hace referencia a un episodio de su vida para ilustrar cómo la herramienta modifica el mensaje.

Si no, le encantaría descubrir este texto:
Están ellos sumergidos en ilusiones y fantasmagorías; su mirada no hace más que deslizarse sobre la superficie de las cosas, percibiendo "formas"; su sentir no conduce en parte alguna a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos y entretenerse, como si dijéramos, con un juguetón tanteo del lomo de las cosas.
Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873)

Aunque, seguramente, el filósofo hubiese tenido mucho éxito publicando sus aforismos en Twitter ...

5 de mayo de 2011

Traducciones

Implantar un sistema de correo y una intranet empresarial es una oportunidad para aprender nuevos idiomas:
  • "No funciona" significa "me he confundido/he olvidado mi contraseña" o "en la casilla usuario pongo una y otra vez la contraseña".

  • "No lo entiendo" se puede traducir por "no quiero leer las instrucciones, aunque ocupen una página y vengan con imágenes" o "resistiré hasta la muerte antes de usar métodos de comunicación diferentes al teléfono".

  • "No me llegó ese correo" es otra manera de decir "ni lo abrí", "se me olvidó/no hice caso a lo que ponía", "lo borré accidentalmente junto al resto de mails que recibí ese mes".

19 de abril de 2011

Desasosiegos

Desasosiego: Falta de quietud, tranquilidad, serenidad.
Hace pocos días murió Miguel Martínez-Lage. Solo le escuché una vez, analizando y descubriéndonos Desgracia, de Coetzee, uno de los autores a los que tradujo, de una forma que me desanimó y espoleó mi curiosidad al mismo tiempo: tantos detalles, no vistos durante la lectura, que añadían significados necesarios a la novela... Y estaban ahí, al alcance de todos, transparentes o invisibles. En esta ocasión me tocaba ser el torpe policía del relato detectivesco.

También aprendimos sobre la importancia de la traducción, que puede cambiar el sentido de un texto con solo malinterpretar la primera frase. O quizá exageraba, y era un cierto resentimiento al no seguir ocupándose del premio Nobel, al que tanto apreciaba.

Con Coetzee me pasa como con Luis Landero: me da miedo acercarme a su escritura magnífica, dedicada a mostrar con sinceridad el lado más triste, la derrota más real. Luego cuesta reencontrar argumentos para una visión equilibrada y positiva de la vida.

Encuentro en Letras Libres un análisis sobre la situación de la tele en España. El reinado de lo irrelevante y la mentira, la victoria de quienes nada han hecho salvo insultar(se), nada han mostrado más allá de su miseria, nada demuestran más que vacío. Los mecanismos actuales incitan a alcanzar la popularidad sin sentido, invitan a compartir un poder efímero que les devorará al poco tiempo para seguir creciendo. En fin, lo que ya sabemos, lo de siempre.

Poco después veo en internet un ejemplo de la misma lógica que reina en la televisión: luchas (¡mi karma, mis estrellas, el color de mi texto!) entre quienes comentan una noticia inocua, insultos y amenazas que intentan justificarse con reivindicaciones de falsa dignidad y respeto a los derechos personales.

Será que  la mala educación, la falta de prioridades y la ignorancia se convierten progresivamente en la norma, y los medios son un reflejo que al mismo tiempo nos reeduca. Así nos va...

8 de febrero de 2011

Perspectiva

A través de ValeDeOro, llego a una interesante aplicación en Giving What We Can: una calculadora que muestra en qué tramo de la población mundial nos encontramos según nuestros ingresos.

Mi primera reacción al ver el resultado es un "sí, pero" muy formal y científico: los precios son diferentes, no es un dato válido porque deben compararse realidades económicas similares, etc.

Cuando descubro que, en parte, ya lo han tenido en cuenta gracias al ratio de paridad del poder adquisitivo, pienso: es que aquí dedicamos un porcentaje muy alto del salario a la vivienda, a mí me lo vas a decir...
De poco sirve. Ya titubeante, remato mi argumentación con un débil "pues, de todas formas, no me luce mucho".

Por debajo, una idea mucho más real: la sorpresa de descubrir que, hasta ahora, no me había visto como una de las personas más ricas del planeta. Un nuevo punto de vista, lúcido e incómodo...

16 de enero de 2011

Intervención social: mi porqué

"En África, donde todo comenzó, mucho antes incluso de que los hombres pintaran leones y osos en las paredes de las cavernas, la gente ya contaba historias de monos y de leones y de búfalos: grandes historias soñadas. Siempre tuvieron esa inclinación. Era su manera de darle un sentido al mundo en el que vivían. Todo aquello que corría, volaba, reptaba, nadaba o se transformaba, desfilaba por aquellas historias, y las diversas tribus humanas veneraban a diferentes criaturas".
Neil Gaiman, Anansi Boys (2005)

El mito maya de la creación asegura que a Tepeu y Gucumatz les bastó con decir “tierra” para que ésta surgiera de las aguas. De la misma forma crearon el día y la noche, las montañas, los ríos, todas las plantas y animales. Al darse cuenta de que con graznidos y ladridos no eran alabados de manera adecuada, decidieron crear al hombre, que sí podía hablar.

En el Génesis Dios hizo algo similar: “Dijo Dios: Que exista la la luz. Y la luz existió (...) Llamó Dios a la luz día y a la tiniebla noche” (1:3, 5).

Las palabras. Siempre, desde el principio, las palabras. Y es que todos somos narradores. No podemos evitarlo. Construimos la realidad contando y contándonos, mediante palabras, imágenes y gestos, quiénes somos, por qué hacemos las cosas, qué creemos que nos va a pasar, cómo interpretamos los actos de los demás. ¿No lo crees? Párate a escuchar tu diálogo interior permanente...

Tampoco los recuerdos son reales u objetivos: recordamos el último recuerdo que tuvimos de una escena, porque las imágenes del pasado son sólo re-presentaciones. La memoria se actualiza desde el presente. Y el futuro es pura imaginación. Así que, en cierto sentido, todo es ficción porque no puede ser otra cosa.

Es maravilloso que tengamos el poder de crear y modificar nuestras propias realidades. Si no pudiésemos hacerlo, ¿para qué plantear el establecimiento de relaciones de ayuda?