6 de noviembre de 2014

Cazador de sonrisas

Agustín Ferrer, Cazador de sonrisas (2014)

Tengo la suerte de haber sido invitado a participar en una de las presentaciones del cómic más reciente de A. Ferrer, Cazador de sonrisas.
Será el sábado 8 de noviembre, a las siete de la tarde, en Mos Eisley Comics (C/ San Antón, 71, Pamplona). Tras su lectura, se me ocurren cinco buenas razones para animar a comprarlo y disfrutar (mucho) con él:


1. La obra conecta hábilmente con elementos de nuestro imaginario cultural. No hay mejor representación del lado más amable del American way of life que una soleada ciudad de la costa oeste norteamericana en los años 60; gracias al cine, nos resultan familiares el instituto, las barbacoas en el jardín, los coches, el cine de verano, la base militar, el paseo marítimo o los vestidos y peinados de las mujeres... aunque, por supuesto, no estuviésemos ahí hace más de medio siglo.
Por otra parte, cuando el dentista introduce con despreocupación extraños y ruidosos objetos en nuestra boca y no parece demasiado atento al dolor que tememos sufrir, ¿quién no ha pensado que ese tipo se pone mascarilla para que no veamos cómo sonríe?

2. La estructura del cómic, con un hábil manejo de los saltos temporales y de la duración de las escenas, consigue el ritmo de los thrillers clásicos que, mientras presentan un hecho criminal, van incrementando la tensión para captar el interés y emocionar al espectador/lector.
Ferrer utiliza con eficacia el tono de los fondos de las páginas (las calles o gutters entre las viñetas) para marcar las transiciones de la historia. También es destacable el esfuerzo de ambientación política, de vestuario y localizaciones (con sorpresa incluida), que nos ayuda a sumergirnos en el relato.

3. Se trata de una historia negra capaz de despertar la sonrisa gracias al humor irónico e inteligente de los personajes. A pesar de esa oscuridad, las acuarelas y los diálogos están llenos de colores, luz y belleza, de páginas y detalles en los que detener la vista. Diversión de calidad.

4. El personaje principal presenta muchos matices y aparentes contradicciones (¿y quién no las tiene?) en los distintos papeles que desempeña: un amante esposo aficionado a, ejem, la fotografía y las cuerdas; un ciudadano incapaz de sentir empatía y que al mismo tiempo parece preocuparse por quienes le rodean; un dentista atento con los pacientes que sobrepasa de vez en cuando los límites. Todos esos cambios se reflejan en su mirada y su boca, que a veces muestra una sonrisa amable y otras se tensa, enseñando amenazante los dientes.

5. La ilusión y cuidado que la gente de Grafito Editorial y el autor han puesto en esta obra merece que le prestemos atención y que colaboremos para apoyar el crecimiento de sus proyectos. Así que... ¡compradlo! ¡Y os quiero ver en la presentación!