29 de febrero de 2016

Criminal 1. Cobarde

Ed Brubaker y Sean Phillips, Criminal 1. Cobarde (2006-2007)

La gente del negocio sabe que Leo es un ladrón, y muy bueno además. El único problema, dicen, es que se preocupa demasiado por respetar sus propias reglas: trabaja solo, no tolera las armas ni las drogas y tiende a huir en cuanto las cosas se complican. Pero la narrativa negra nos enseñó hace tiempo que todo -las personas, la economía, la sociedad- tiene una cara oculta.

Criminal 1 respeta y actualiza con maestría los mecanismos del hardboiled; en especial, recuerda a algunos clásicos del género como La jungla de asfalto, de W. R. Burnett y las novelas de la serie Parker escritas por Donald E. Westlake. Se nota que Ed Brubaker, el guionista, creció rodeado de cine negro, mientras que su dibujante, Sean Phillips, maneja como pocos el ritmo de la narración gracias a un uso medido de los planos -qué importantes son los rostros y las miradas en esta historia- y del tamaño de las viñetas.

La trama incluye giros argumentales, escenas de acción, diálogos con sabor añejo y un crecimiento de los personajes y sus relaciones suficientes para obligarnos a leer todo el relato de una sentada y acabar admirando a ese triste y valiente cobarde que es Leo. Además, completa su homenaje al pasado con un guiño metaliterario: la tira de prensa que leen los personajes se titula Frank Kafka, detective privado, está escrita por Jacob K. y tiene un aire al Dick Tracy de Chester Gould.

Sin embargo, más allá de los aspectos formales, el principal valor de este cómic se encuentra en el discurso oculto tras los hechos. Los elementos habituales en el género negro -ciudad, bares, corrupción, avaricia, atracción, venganza- son piezas que permiten hablar de las responsabilidades unidas al pasado (“Nadie se quita del todo”, Leo dixit), de las obligaciones que nos atan y a la vez nos mantienen vivos, de las inevitables consecuencias de la violencia. Todo con un aire de fatalismo y soledad similar al que emanaban los relatos de David Goodis (Disparen sobre el pianista), para el que la vida jamás tuvo solución… Aunque en esta historia quizá quede alguna esperanza si hacemos caso a Leo: “Nunca hagas un plan con una sola salida”. O quizá no…