19 de abril de 2011

Desasosiegos

Desasosiego: Falta de quietud, tranquilidad, serenidad.
Hace pocos días murió Miguel Martínez-Lage. Solo le escuché una vez, analizando y descubriéndonos Desgracia, de Coetzee, uno de los autores a los que tradujo, de una forma que me desanimó y espoleó mi curiosidad al mismo tiempo: tantos detalles, no vistos durante la lectura, que añadían significados necesarios a la novela... Y estaban ahí, al alcance de todos, transparentes o invisibles. En esta ocasión me tocaba ser el torpe policía del relato detectivesco.

También aprendimos sobre la importancia de la traducción, que puede cambiar el sentido de un texto con solo malinterpretar la primera frase. O quizá exageraba, y era un cierto resentimiento al no seguir ocupándose del premio Nobel, al que tanto apreciaba.

Con Coetzee me pasa como con Luis Landero: me da miedo acercarme a su escritura magnífica, dedicada a mostrar con sinceridad el lado más triste, la derrota más real. Luego cuesta reencontrar argumentos para una visión equilibrada y positiva de la vida.

Encuentro en Letras Libres un análisis sobre la situación de la tele en España. El reinado de lo irrelevante y la mentira, la victoria de quienes nada han hecho salvo insultar(se), nada han mostrado más allá de su miseria, nada demuestran más que vacío. Los mecanismos actuales incitan a alcanzar la popularidad sin sentido, invitan a compartir un poder efímero que les devorará al poco tiempo para seguir creciendo. En fin, lo que ya sabemos, lo de siempre.

Poco después veo en internet un ejemplo de la misma lógica que reina en la televisión: luchas (¡mi karma, mis estrellas, el color de mi texto!) entre quienes comentan una noticia inocua, insultos y amenazas que intentan justificarse con reivindicaciones de falsa dignidad y respeto a los derechos personales.

Será que  la mala educación, la falta de prioridades y la ignorancia se convierten progresivamente en la norma, y los medios son un reflejo que al mismo tiempo nos reeduca. Así nos va...