8 de diciembre de 2013

Portugal

Cyril Pedrosa, Portugal (2011)
Norma Editorial, 2012

Hace muchos años conocí a una chica que se lamentaba de no tener raíces; a su juicio, no estaba suficientemente unida a su familia y al lugar donde creció. No me atreví a decirle que su problema, en realidad, era el opuesto: le pesaba tanto el pasado que todo lo que hacía iba dirigido a no parecerse a una madre demasiado fría y a evitar a hombres que fuesen tan débiles como su padre.

La he recordado al encontrarme con Simon Muchat, el protagonista de Portugal, que ha construido un mito similar sobre sí mismo y su familia: cuanto más lejos estén unos de otros, mejor se llevarán. En apariencia no siente ningún interés por conocer la historia de su abuelo, un emigrante portugués en Francia que, a diferencia de otros parientes, nunca volvió al país de origen.

El cambio -un viaje psicólogico que transcurre paralelo al físico- comienza cuando descubre, como espectador mudo, que tres hermanos -su padre y sus tíos- pueden tener visiones muy distintas sobre cómo eran y les querían sus padres. A partir de ese momento, puede construir una nueva historia familiar basada en lo que le cuentan -con palabras en un idioma que apenas entiende, por lo que debe prestarles una atención especial- parientes y otras personas a los que no había visto desde su infancia. Aprenderá que aún le quedan muchas preguntas nuevas sin respuesta, pero que lo importante era crearlas: "En realidad, yo no tenía ni puñetera idea. Pero pensarlo me había hecho bien". Y así podrá facilitar el cambio en su padre, al que tanto se parece sin haberlo deseado nunca, hasta el punto de que una postal escrita en el pasado por su abuelo se convertirá en una recomendación necesaria para el hijo y el nieto.

Una historia preciosa, tanto como los colores de luz y vida que llenan cada imagen. Perfecta para enseñar por qué es necesario trabajar con la familia de origen y construir un nuevo relato que abra más posibilidades a cada persona. Además, una de las escenas finales ejemplifica el papel de los rituales en la terapia sistémica.

Me recuerda a...
Essex County, de Jeff Lemire (2007-2008), habla sobre la importancia del pasado familiar en nuestro presente.
Los combates cotidianos, de Manu Larcenet (2003-2008), protagonizado por otro dibujante que mejora su vida cuando deja de mirarse a sí mismo y se interesa por quienes le rodean, sus historias y su vida.

El camino difícil

Lee Child, El camino difícil (2006)
RBA Libros, 2009

Jack Reacher responde al arquetipo del héroe best-seller de nuestro tiempo, un hermano mayor del actual James Bond al que no le interesa el glamour y que huye de las instituciones.

El camino difícil funciona como novela de detectives y también como relato de acción. Funciona y engancha porque Lee Child utiliza todos los recursos necesarios para crear un producto vendible, con una receta mil veces repetida.

Entre los méritos del relato, una trama criminal que sorprende al lector cuando precisamente cree que ya ha adivinado el truco, y la descripción exhaustiva de las calles, las viviendas y los modos de vida.

En lo negativo, el intento de crear un discurso político crítico bastante tramposo -no a las empresas de seguridad formadas por malvados mercenarios a los que contrata el gobierno... pero el ejército es bueno y honorable- y la insistencia en demostrar lo machote que es el protagonista, con frases repetidas que dan un poco de risa -en solo quince páginas se lee "Reacher, solo en la oscuridad""Solo en la oscuridad. Invencible""Reacher, solo en la oscuridad. Armado y peligroso. De regreso""Entonces esperó. Solo en la oscuridad", "Reacher, solo en la oscuridad. Por el camino difícil"-.

Seguramente, las novelas de Jack Reacher no pasarán al canon del género negro. Sin embargo, estoy convencido de que a Lee Child no le preocupa tanto eso como hacer caja con el personaje -eligió Child como seudónimo para aparecer en las estanterías entre R. Chandler y A. Christie-.

¿Mi conclusión? De vez en cuando, viene bien sucumbir a la tentación de los fast books.

Me recuerda a...
Juego de patriotas, de Tom Clancy (1987). Ambiente militar, escenas de acción, escritura eficaz y poco elegante. Libros de consumo para todos los públicos.

17 de noviembre de 2013

Tres sombras


Cyril Pedrosa, Tres sombras (2007)
Norma Editorial, 2008

Tres sombras cambia para el lector con el paso de las páginas. El relato de terror inicial, que tiene como escenario la granja, se transforma, dentro de la ciudad y el barco, en una reflexión ética sobre la explotación, para terminar respondiendo a una pregunta fundamental: ¿cómo vivir sabiendo que vamos a morir?

Es imposible huir de la muerte. Lo saben desde el principio mademoiselle Pique -"Pero escúchame bien, mi polluela, no intentes luchar contra las sombras, es inútil..."-, el jefe de maniobras -"Creen que vienen a este barco para fugarse... Qué jugarreta..."- y, por supuesto, la recreación de las tres parcas, que aquí se llaman Aurora, Fortuna y Rendición y cortan su pelo en vez de hilos de lana trenzados.
Lo descubren y aceptan la madre -"Joaquim va a dejarnos, lo sé, y estoy preparada"-, el pequeño -"No quiero vivir más escondido (...) Déjame salir, por favor. Ya no me dan miedo las sombras"- y, por último, después de tanto sufrimiento, el padre. También lo aprenderá el principal villano del cómic, condenado por su propio egoísmo.

¿Qué hacer, entonces? Vivir, crear la mejor vida posible "para que podáis separaros con el corazón en paz", apreciar cada momento -"Todo este tiempo perdido... Corriendo... En una fuga inútil... Ve, ese fuego, esa mansedumbre... Joaquim que duerme... Me doy cuenta ahora de hasta qué punto son unos instantes preciosos..."-, sabiendo que "el verano nunca dura lo suficiente".
Podemos aceptar que la felicidad se tiña en ocasiones del sufrimiento que genera la pérdida, como los padres cuando recuerdan los picnics con su primer hijo. Para evitar que ese dolor oscuro ahogue la luz de la vida, podemos recordar el proverbio zen que cierra la obra:
"En este paisaje de primavera, no existe ni lo mejor ni lo peor. Las ramas de las flores brotan naturalmente. Algunas son largas, otras no lo son".

Me recuerda a...
Inolvidable, de Alex Robinson (2008). Otra reflexión sobre la muerte de los seres queridos y la búsqueda de un sentido que permita afrontarla.