17 de junio de 2015

Las cosas que pensamos y no decimos

Hace pocos días descubrí por azar que Cameron Crowe, el guionista y director de Jerry Maguire, había escrito el informe completo que el personaje principal de la película, un asesor de deportistas, redacta y comparte con todos los empleados de la empresa donde trabaja.
El texto, titulado The things we think and do not say, es muy interesante, o al menos me lo parece en este momento de mi vida profesional (la traducción de los siguientes fragmentos es bastante libre, pero mantiene el sentido original):
¿Cómo podemos hacer algo sorprendente e inolvidable con nuestras vidas? ¿Cómo podemos lograr, a través de cosas pequeñas pero significativas, que este trabajo represente mejor lo que somos? (...) Se trata de algo más importante que nuestro trabajo; se trata de nosotros.

Propongo que volvamos a crear lo que somos. Ahora estamos en lo más alto. Tradicionalmente, la gente hace una cosa cuando ha logrado el éxito: intenta con todas sus fuerzas repetir lo que le llevó a ese punto. Su camino personal y su inspiración original (lo que estaba en el corazón de todo eso) se han perdido mientras intentaban que la máquina de hacer dinero siguiera funcionando sin problemas, escupiendo una fortuna de nuevos billetes verdes (...) Al intentar repetir el ciclo, olvidan el brillo original de la pasión que les llevó hasta ahí.
Históricamente, nadie con éxito se detiene a pensar que puede caer, como hicieron tantos otros. El ciclo completo del éxito destruye precisamente aquello que lo produjo: pone persianas en las ventanas que dan a la realidad. Nos hace olvidar que el dinero procede de algo puro, del deseo de hacer el bien y contribuir a que la vida mejore, no solo del interés por hacer las cosas de manera correcta para lograr la seguridad económica.

La respuesta es menos clientes. Menos baile. Más verdad. Hay que abrir el puño cerrado del mercado y girar un poco la mano hacia un bien mayor (...) Al final, más pequeño se convertirá en más grande en todos los sentidos, y en especial en nuestros corazones.
Olvídate del baile.
Céntrate.
Conoce a esas personas. Lo que son es la base de tu trabajo. Eso es lo que importa (...) La gente siempre responde mejor a la atención personal; esa es la verdad más simple y a la vez más fácil de olvidar.

Seamos honestos con nosotros mismos.
Seamos honestos con ellos.

Por las noches, es fácil olvidar el compromiso social. De repente, el deseo de sobrevivir oscurece nuestra búsqueda de maneras de devolver a la comunidad lo que nos ha dado.

Ese cosquilleo, la vocecilla interior, es siempre la voz de lo correcto. El ruido y el caos de nuestras vidas determinan lo que somos capaces de escuchar.

Quizá pueda parecer un discurso cándido, o utópico, o incluso falso procediendo de la gran industria del entretenimiento, una muestra más del buenismo facilón que tanto éxito tiene entre los consumidores. Sin embargo, más allá del argumentum ad hominem, algo tiene... aunque no sea fácil llevarlo a la práctica.