1 de noviembre de 2011

Elecciones

Tiempo de recortes, de prestar atención a lo que hace pocos años apenas se miraba. Tiempo para el agravio, para saberse más pobre que ayer y menos respaldado por las instituciones…

Reconozco que es poco probable, pero quizá algo bueno puede salir de esta situación:

• Quien más, quien menos, opina sobre cuáles deben ser los gastos prioritarios y confronta con otros sus valores e intereses personales. Hacemos política.

• Descubrimos que quienes deciden el destino del dinero y, de esta forma, parte de nuestro futuro, son como nosotros. Por eso empezamos a preguntar, conocer, cuestionar, proponer alternativas. Y nos damos cuenta de que la democracia no es el gobierno de todos, sino asegurar que nadie gobierne solo.

Ojalá estas nuevas actitudes permanezcan en el tiempo y den como resultado nuevas formas de gestionar los recursos. Una en la que la tasa de retorno económico deje de ser el argumento que justifica las decisiones. Una en la que existan evaluaciones transparentes y públicas de los servicios para evitar el clientelismo interesado. Una en la que separemos lo no urgente y no importante de lo importante.

Aunque seguramente nos olvidemos, nos cansemos y dejemos que otros nos sigan diciendo qué hacer.

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