26 de octubre de 2010

Reconocer y premiar

Premiar: 1. tr. Remunerar, galardonar con mercedes, privilegios, empleos o rentas los méritos y servicios de alguien.

Reconocer: 7. tr. Dicho de una persona: Mostrarse agradecida a otra por haber recibido un beneficio suyo.
La manera en que una empresa responde al desempeño de sus trabajadores determina qué relaciones se establecen dentro de ella: serán muy distintas si se habla únicamente de “premiar” o si existe la costumbre de reconocer.

Cuando la dirección utiliza como mecanismo de compensación sólo determinada clase de premios -subidas salariales, nuevos cargos o presencia en ámbitos de decisión- fomenta las comparaciones, favorece el nacimiento de quejas y teorías que expliquen las diferencias en la carrera profesional (entrar en la lógica del premio supone, implícitamente, castigar a quienes no son agraciados), genera un mayor nivel de competencia y la búsqueda de ventajas sobre los compañeros: reservar información e ideas, buscar canales privilegiados de comunicación con la directiva... Stephen R. Covey lo describe como "el paradigma de la carrera a las Bermudas" en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.

Y es que los premios materiales son limitados; como recursos escasos, nunca habrá para todos y los miembros del sistema tendrán así razones para pelear por ellos y no tanto para colaborar o apoyarse. Además, se trata de un sistema insostenible: al igual que los niños pueden cansarse, al cabo de más o menos tiempo, del último regalo recibido, cualquier premio dejará de ser suficiente en algún momento, y los empleados -sobre todo los ya premiados- demandarán más.

En su lugar, atender y mostrar sensibilidad a todas las oportunidades de reconocer a los miembros de una empresa -por ejemplo, agradeciendo de manera privada y dando valor en público a las aportaciones al proyecto común- da muchas más razones para compartir avances y hallazgos, reforzando los lazos entre todos los niveles de la entidad y el sentimiento de corresponsabilidad ante un destino compartido.

Quizá debamos, por tanto, generar estructuras en las que se comuniquen más el agradecimiento y el reconocimiento del otro. También, por qué no, enriqueciendo la cultura organizacional con un sentido ético como el que desprenden los textos de Virginia Satir, o atendiendo a las caricias positivas que describe el Análisis Transaccional.

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